El fin del uso de las plantas de generación eléctrica con carbón en Chile

El último día del año 2019, la empresa Enel Generación Chile llevó a cabo la desconexión y cese de operaciones de la Central Tarapacá, lo que tenía previsto hacer en mayo de 2020. Esta central situada en el desértico norte chileno tiene una capacidad instalada de 158MW equivalente al 25% del total de la capacidad de plantas a carbón que tiene Enel en Chile.

La planta de 158 MW, inaugurada en enero de 1999, fue desconectada definitivamente del Sistema Eléctrico Nacional chileno el martes 31 de diciembre. Dos plantas generadoras de energía con carbón de otras compañías ya cesaron sus labores previamente.

De todas estas, Enel Chile es la compañía eléctrica más grande de ese país sudamericano por capacidad instalada: 7,500 MW. A través de Enel Generación Chile y de Enel Green Power Chile genera 4,700 MW correspondientes a energías renovables (3,500 MW de energía hidroeléctrica, más de 600 MW de energía eólica, alrededor de 500 MW de energía solar y aproximadamente 40 MW de geotermia).

Según se lee en la página de la empresa, Paolo Pallotti, gerente general de Enel Chile, dijo que tal cierre “es un paso significativo en nuestro camino por liderar la transición de Chile hacia una matriz cada vez más limpia y sostenible”.

Este país del cono sur de América viene fomentado en los últimos años el desarrollo de energías limpias para dejar su alta dependencia a los combustibles contaminantes, encabezados por el carbón, que representa cerca de un 40% de su matriz energética.

El adelantar el fin de las operaciones de la Central Tarapacá, a decir de Paolo Pallotti, constituye “un paso más en el recorrido que comenzó hace 10 años con una apuesta por las energías renovables en Chile, que avanzó con la devolución voluntaria al Estado de los derechos de agua de proyectos que no encajaban con la realidad del país y que hoy continúa con el plan de cierre de plantas a carbón y con el compromiso de aumentar las inversiones para construir nuevos proyectos renovables y promover nuevos usos de la electricidad”.

Michele Siciliano, gerente general de Enel Generación Chile, explicó a su vez que la empresa asumió el “compromiso de cambiar nuestra matriz energética y hacerlo de manera sostenible” y en ello incluyó la suerte del medio centenar de trabajadores de la de la central desactivada.

“A todos quienes trabajaban en Central Tarapacá les ofrecimos un plan de reubicación en otras áreas de la compañía, incluso en algunos casos en otras empresas del grupo en Chile. Para nosotros ha sido fundamental este trabajo para que el cierre de centrales cause el menor impacto posible en sus vidas”, aseguró.

El ministro chileno de Energía, Juan Carlos Jobet, valoró la iniciativa de adelantar el cierre y remarcó que 2019 “fue un año que para nuestro sector ha estado marcado por la búsqueda de acuerdos y consensos para avanzar hacia una matriz energética más sustentable, primero con el acuerdo público privado que llevó al Plan de Descarbonización de la Matriz Energética, y al reciente anuncio de cuatro nuevas centrales que adelantarán su plan de salida, especialmente en zonas industrialmente saturadas”.

Todo esto forma parte del plan «Energía Zero Carbón», estructura que prevé un retiro programado de las centrales termoeléctricas del país y la descarbonización total de la matriz energética nacional para el año 2040, con el objetivo de reducir las emisiones de efecto invernadero y potenciar la generación de energías renovables.

En junio de 2019, el presidente chileno, Sebastián Piñera, dijo en un acto con las principales generadoras que la iniciativa busca deshabilitar en forma gradual cerca de 30 centrales que operan actualmente.

“De aquí en adelante la tendencia fuerte y clara es hacia descarbonizar nuestra matriz energética para poder llegar a bajar en un 20% las emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos cincos años”, dijo y detalló que la siguiente etapa será “descarbonizar totalmente nuestra matriz hacia el año 2040 y ser un país carbono neutral hacia 2050”.

El plan, que también contempla cerrar en cinco años las primeras ocho centrales termoeléctricas, se alinea con iniciativas a nivel global de empresas decididas a abandonar la emisión eléctrica en base a carbón.

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