Llega la época de preparar resoluciones y escribir listas de propósitos que, con mayor o menor éxito, trataremos de cumplir en los próximos meses con la esperanza de que el esfuerzo se convierta en hábito de cara a 2021. Con esta idea en mente proponemos una serie de propósitos de año nuevo exclusivamente enfocados a lo que hacemos -y no hacemos, que también fallamos por omisión- en WhatsApp.
- PUNTO, COMA Y PUNTO Y COMA
O no darle a enviar cuando puede puntuar.
Uno de los peores comportamientos, y de los más extendidos, es utilizar el botón de enviar como un signo de puntuación. Puntos, comas y demás signos están ahí para hacer la conversación más fluida y comprensible. A nadie se le exige una gramática perfecta, pero recurrir de vez en cuando a estas pausas, incluso cuando sea de forma equivocada, resulta muchísimo más práctico y considerablemente menos molesto para todos los implicados.
Así pues, en 2020 debemos, como sociedad, preguntarnos ‘¿cabe todo el mensaje en un mensaje?’. Si la respuesta es sí, tiremos de párrafo antes que de intro. No sólo lo agradecerán los receptores; también mejorará la conversación.
- Y SI NO, DESMIÉNTEMELO
O no reenviar bulos.
Los bulos se nos han hecho bola, curiosamente, por lo poco que nos cuesta tragárnoslos. No podemos pedir a cada persona que se convierta en un servicio de verificación, pero tal vez sí ha llegado el momento de comprometernos a al menos arquear una ceja inquisitiva ante las imágenes con afirmaciones inverosímiles. No sirva de pendiente para la avalancha que da vida a la bola de la que hablábamos. Ante la duda, no reenvíe.
- TENGAMOS LA FIESTA EN PAZ
O no crear cizaña en los grupos.
Las conversaciones en los grupos de WhatsApp -o en la mayoría de estos- deberían regirse por las mismas reglas que las conversaciones en un tanatorio: que pueda hablar de un tema no significa que deba hacerlo. Están formados por gente variopinta que lo más probable es que tenga una única cosa en común, que es, precisamente, que preferiría no tener que hablar en ese grupo. Y mucho menos de política.
Esto no se aplica a todas las conversaciones y seguro que hay alguna en la que hasta son bien recibidos esos debates y esa obsesión por abrir la caja de Pandora con un simple enlace. Aproveche esos foros y siéntase como en la antigua Grecia; en el resto, deje la toga y adopte el mutismo. Todo sea por la paz.
- NO MÁS GRUPOS
O aprenda a usar la función Difusión.
¿Hay que contarle algo a varias personas al mismo tiempo? Hay una forma igual de sencilla y muchísimo menos invasiva que crear un grupo: utilizar la herramienta Difusión. Básicamente, se trata de un mensaje que se envía a todas las personas seleccionadas sin necesidad de que participen en una conversación con decenas de desconocidos.
En Android la opción está justo debajo de Nuevo Grupo, mientras que en iOS está encima de los chats (aquí se llama lista de difusión). Tras seleccionar a los receptores se redacta el mensaje -todos recibirán el mismo, así que es posible que quede algo impersonal- y éste les llegará como si fuese parte de la conversación. Solo hay una -bendita- limitación: no llegará a quienes no tengan nuestro número en la agenda, algo que se hace para evitar que se utilice como herramienta de spam.
- MÁS DE 35 SEGUNDOS ES PODCAST
O no abusar de las notas de voz
Si dura menos de 20 segundos, se puede escribir; si dura más de 35 segundos, probablemente sea más práctico llamar. Las notas de voz son prácticas, pero hay que saber cuándo, cómo y con quién utilizarlas. Si cada mensaje es un audio de siete segundos, no necesita un teléfono, necesita un walkie-talkie.
- DESCRIBE EL ENLACE
O comencemos a explicar qué hay detrás de los vínculos.
Nos guste o no, WhatsApp se ha convertido en una prioridad y es muy normal abrir cualquier notificación que aparezca. El problema es cuando el mensaje es un enlace que llega sin ningún tipo de contexto. Tal vez sea un texto que no tenemos tiempo para leer, tal vez un vídeo que no podremos escuchar, tal vez un producto que alguien quiere comprar. En cualquier caso, al receptor le ayudará saber algo más antes de decidir si pulsar o no.
Como muchos de los puntos de esta lista, no es una gran molestia, pero corregirlo tampoco lleva más de unos segundos al emisor.
- NO MÁS VÍDEOS
O enviemos menos vídeos innecesarios.
Esto es en parte una continuación del punto anterior. Los vídeos, a diferencia de los mensajes de texto, requieren una atención y unas condiciones concretas. Si encima llegan sin contexto, podemos encontrar algo muy inapropiado mientras esperamos nuestro turno en el dentista o con un mitin imposible de escuchar en un autobús repleto. La mayoría de las veces no será más que un chiste -viejo- interpretado por un gato que, en cualquier caso, no podremos escuchar en ese preciso momento.
Piénselo: ¿cuándo fue la última vez que recibió uno de estos archivos y realmente se alegró de haberlo abierto? Nada nos hará avanzar más como sociedad que hacer de 2020 el año en el que dijimos colectivamente ‘no’ a los vídeos en WhatsApp.
- DOS NO DISCUTEN SI OTROS SIETE NO QUIEREN
O no tenga conversaciones bidireccionales en grupos.
Imagine que cada vez que discute -o tiene una conversación civilizada sobre el último MasterChef Junior- con un amigo o familiar tuviese que llamar a todos sus otros amigos o familiares y poner el manos libres para que escuchen. O peor: que la llamada nos llegase a nosotros. Pues eso.
- NO LE RINDO PLEITESÍA AL DOBLE CHECK
O que lo haya leído no significa que pueda responder.
WhatsApp, insistimos, es ubicuo y fugaz. Tal vez alguien pudo leer un mensaje y cinco segundos después surgió cualquier contratiempo en el mundo físico que impidió contestar. Paciencia. La inmediatez de la aplicación no se debe confundir con disponibilidad total.
- PERO SIN PASARSE
O no ignore activamente a alguien.
Lo anterior tampoco da derecho a ignorar a la gente. Es un equilibrio muy delicado. Y, sinceramente, la mejor forma de resolverlo es desactivar la opción de confirmar la lectura y, cuando se estime necesario y sea posible, optar por un mensaje de cortesía: “ahora no puedo hablar”. El único mensaje que nunca sobra.
Pero no lo envíe en una nota de voz.
El Mundo