Funcionarios estadounidenses se alistaban el lunes para la respuesta de Irán a la muerte de su general más poderoso, debido al incremento en la preparación militar dentro del país y a la posibilidad de un “ojo por ojo” que amenace la vida de un comandante militar de Estados Unidos.
El presidente Donald Trump ordenó el ataque del 2 de enero en contra del general Qassem Soleimani, jefe de la fuerza élite iraní conocida como Brigadas Quds, después del asesinato de un contratista estadounidense en Irak. Ahora, mientras llegan a su fin las enormes manifestaciones de luto público en Irán por el fallecimiento de Soleimani, las autoridades creen que los siguientes pasos del añejo enemigo estadounidense determinarán el desenlace de la crisis más reciente.
Mientras las autoridades señalan que la inteligencia estadounidense no tiene claro si los movimientos militares más recientes de Irán tienen el objetivo de reforzar las defensas de Teherán o de preparar una ofensiva, Estados Unidos continúa reforzando sus posiciones en la región, incluyendo el reposicionamiento de algunas tropas. Un funcionario dijo que Estados Unidos preveía un “gran” ataque de cierto tipo dentro de los próximos dos días.
El lunes, el secretario de Defensa Mark Esper dijo que no se ha tomado una decisión sobre el retiro de tropas de Irak. Facciones proiraníes en el Parlamento iraquí han presionado por la salida de las fuerzas estadounidenses después del abatimiento de Soleimani en territorio iraquí.
Esper habló con la prensa después de que comenzara a circular una misiva de un general de la Infantería de Marina estadounidense en la que parecía insinuar que se había ordenado un retiro en respuesta a la votación del fin de semana en el Parlamento de Irak. “No existe ninguna decisión de salir de Irak”, declaró Esper.
La muerte de Soleimani, que desencadenó enormes protestas y nuevas amenazas de violencia, ha incrementado la posibilidad de un impredecible conflicto a gran escala en Medio Oriente y escalado las tensiones entre Estados Unidos e Irán.
Las dos naciones han ido de un enfrentamiento a otro desde que Trump inició su campaña de “presión máxima” contra Irán poco después de asumir el cargo. Retiró a Estados Unidos de un acuerdo nuclear de 2015 y reimpuso devastadoras sanciones económicas, ambas medidas con el objetivo de evitar que Irán desarrollara un arma nuclear y disuadirle del tipo de agresiones regionales que encabezaba Soleimani.
Dos funcionarios estadounidenses, que hablaron bajo condición de anonimato a fin de discutir deliberaciones internas, dijeron que el ataque contra Soleimani no representaba un cambio en las políticas estadounidenses hacia Irán, pese a los comentarios del domingo del secretario de Estado Mike Pompeo de que Estados Unidos iba tras los que “toman las decisiones” en Irán y no contra su red de aliados indirectos. Trump ha argüido reiteradamente que no aspira a un “cambio de régimen” en la república islámica, como lo han insinuado algunos de sus asesores de línea más dura.
De cualquier forma, el ataque de Trump contra Soleimani, una venerada figura en Irán cuya muerte provocó enormes despliegues de enojo y dolor, fue una decisión riesgosa que sus predecesores republicanos y demócratas optaron por no tomar debido a la preocupación de que podría acercar a Estados Unidos a un conflicto armado.
Las autoridades estadounidenses también están conscientes de que Irán podría atacar a un líder estadounidense de alto nivel en una ofensiva de “ojo por ojo”, posiblemente a un comandante militar.
Un funcionario dijo que algunas embarcaciones iraníes se han desplegado y, aunque de momento se desconoce la intención, podrían colocarse rápidamente en posición de ataque.
Diario Libre