El impuesto a la riqueza es uno de los temas que provoca profundas divisiones en Estados Unidos de cara a las elecciones presidenciales en noviembre de este año.
Candidatos demócratas como Elizabeth Warren o Bernie Sanders proponen la creación de un impuesto a la riqueza de los multimillonarios para disminuir la desigualdad que existe en el país y aumentar con ello el gasto social en sectores como la salud o la educación.
Los detractores, en cambio, argumentan que la iniciativa tendría consecuencias económicas negativas, incluidos graves efectos en la inversión y el empleo.
Esa idea no convence a Emmanuel Sáez, profesor de Economía de la Universidad de California, Berkeley, y parte del equipo que trabaja junto al economista francés Thomas Piketty.
“Es la herramienta más poderosa para aumentar el pago de impuestos de los que están en la cima”, dijo en el programa de radio de la BBC Business Daily.
“Una de las confusiones entre algunos políticos de izquierda es que piensan que los ricos estadounidenses tiene su riqueza escondida en lingotes de oro bajo el colchón”, le dijo a la BBC Chris Edwards, director de Estudios de Políticas Tributarias del Instituto Cato en Estados Unidos, con sede en Washington D.C.
“Pero la mayor parte de sus activos están invertidos en negocios. Jeff Bezos, (el fundador y director ejecutivo) de Amazon, por ejemplo, genera crecimiento económico y miles de trabajos”.
Aunque para que funcione, debe ser aplicado con regulaciones internacionales que permitan evitar la fuga de capitales de un país a otro y controlar efectivamente los problemas de elusión y evasión tributaria.
Y esa es una de las razones que explicaría por qué en Europa varios países lo han eliminado y actualmente solo lo aplican cuatro: España, Noruega, Suiza y Bélgica.
Colombia, Uruguay y Argentina
En América Latina hay tres países que utilizan un impuesto a la riqueza: Colombia, Uruguay y Argentina.
Algunos expertos que prefieren hablar de impuesto al patrimonio, porque desde el punto de vista técnico se trata de un gravamen a los activos menos las deudas.
Y en el caso de Argentina el nombre del tributo es “impuesto a los bienes personales”.
Más allá de las características específicas en cada país, se trata de un impuesto que se aplica a la fortuna de las personas más ricas.
Es distinto al impuesto sobre la renta, el cual se cobra según los ingresos de una personay no por su riqueza acumulada.
Pero es más difícil de calcular y, como suele ocurrir en temas tributarios, hay muchas maneras de evitarlo, lo cual juega en contra del objetivo básico, que es aumentar la recaudación fiscal.
¿Es una buena solución?
“La desigualdad de riqueza o de patrimonio en América Latina es mucho más grande que la desigualdad medida por ingresos”, le dice a BBC Mundo Daniel Titelman, director de la División de Desarrollo Económico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Es por eso que Titelman considera que el impuesto a la riqueza “es una alternativa válida, un instrumento muy útil”, dado que los países de América Latina necesitan aumentar la carga tributaria de una manera más progresiva.
“La recaudación que ha alcanzado este impuesto en Argentina, Colombia y Uruguay no es trivial en ninguno de los casos”.
Yahoo Noticias