Una fruta que ha alcanzado su pleno desarrollo, tomada verde de su rama, solo necesitará tiempo para madurarse. No así sucederá con los creyentes en Cristo en la santificación. En muchos, existe la creencia de que el tiempo per se, puede obrar madurez en la vida de un cristiano. Pero no es así, aunque el proceso de santificación necesita del tiempo, no es el tiempo que madura a los creyentes, son las operaciones que ejecuta el Espíritu Santo de Dios concatenadas con una vida disciplinada, lo que finalmente obrará madurez en un creyente en la santificación. La madurez que es la meta de la santificación, no llegará por sí sola, se consigue a través de mucha disciplina y trabajo, no de otra manera.
Con frecuencia, se pueden escuchar a personas en las iglesias locales jactarse de sus años en la fe, no obstante, no siempre puede notarse frutos significativos en sus vidas, ni madurez, es cuando lo que pudiere ser glorioso resulta reprochable. Nótese el reproche del autor de los Hebreos a sus destinatarios: «Porque debiendo ser ya maestros, DESPUÉS DE TANTO TIEMPO, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Hebreos 5:12» Penoso y triste.
La senda del justo es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto (Prov. 4:18); el justo florecerá como la palmera y crecerá (Salm. 92:12); el justo es guiado de gloria en gloria en y hacia la misma imagen del Señor (2 Cor. 3:18); irán de poder en poder, verán a Dios en Sión (Salm. 84:7). Evaluemos el pasar del tiempo en nuestras vidas, y confrontémonos con la imagen de Cristo, si no hay avances, es porque no estamos disciplinando nuestras vidas. Dios nos de entendimiento.