Si de algo depende la felicidad del ser humano es de la capacidad que tenga para crear y mantener vínculos emocionales efectivos. Desde el nacimiento, e incluso durante el embarazo, es cuando esos lazos comienzan a establecerse.
En opinión de la terapeuta argentina Patricia Faur, esa es la razón por la que es vital que el infante tenga una figura de apego durante sus primeros años de vida. “El tipo de apego (sano o patológico) que tenga con su madre marca una tendencia en la manera de relacionarse en la vida adulta”, dice.
Cuidar y mantener los vínculos emocionales en el tiempo tiene mucho que ver con la empatía, que no es más que la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Esto quiere decir que cuanto más empáticos, menor el nivel de daño que se genera en las relaciones, porque se puede entender al otro aun cuando sus opiniones, creencias o intereses sean diferentes de los propios.
De igual manera, la experta, quien ofrecerá una conferencia en el país el próximo viernes 21 de febrero, expresa que hay que respetar los espacios y los vínculos del otro, negociar de manera justa, ser flexibles, pautar límites que permitan no invadir ni ser invadidos y, sobre todo, que cada uno asuma la responsabilidad que le corresponde en la relación.
“Es muy importante que no se caiga en el lugar de víctima o de culpar siempre al otro… Debe haber comunicación directa y no burlas, amenazas solapadas, descalificación o ironías”.
Mejor estar solos que mal acompañados
Aunque bien es verdad que los vínculos sanos permiten crecer y desarrollarse de manera positiva, hay que tener presente que las relaciones tóxicas, por el contrario, son más dañinas que la soledad.
Las personas vulnerables a los vínculos tóxicos son aquellas que crecen con un déficit de autoestima y con poca confianza en sí mismas. Esto, de acuerdo con Faur, hace que les cueste poner un límite, porque no se sienten merecedores del amor y hacen lo que sea con tal de que otra persona se quede a su lado.
Detalla que, por ejemplo, en el caso de quienes han crecido en hogares disfuncionales, estos no reconocen rápidamente el daño de un vínculo porque lo han naturalizado. Suponen que la violencia hace referencia a los golpes y minimizan el maltrato emocional, que de igual forma hace daño a un nivel similar al de cualquier enfermedad física.
Señales que advierten
Las peleas constantes, los chantajes y la intensidad son algunas de las señales que llevan a identificar una relación tóxica. “Las relaciones saludables no tienen el nivel de intensidad que tienen las relaciones tóxicas. Estas últimas son más pasionales y peligrosas, como una droga”, comenta, agregando que del mismo modo que le ocurre a un alcohólico, este tipo de relaciones son utilizadas para llenar un vacío emocional o salir de una depresión.
¿Cómo se rompe un vínculo que no conviene? En primer lugar se debe aceptar el problema y pedir ayuda. Posteriormente, buscar soporte social, afectivo y terapéutico.
No tomar decisiones impulsivas y heroicas que no se podrán sostener por mucho tiempo y que suelen ser contraproducentes, y entender que el problema no es el otro ni la relación, son algunas de las recomendaciones por parte de la experta.
“Si no entendemos lo que nos pasa, por qué elegimos mal, por qué podemos tolerar el desamor y el maltrato o por qué nos sentimos tan desvalorizados, corremos el riesgo de que la próxima relación sea igual o peor”, dice, mientras agrega que no se trata de salir corriendo -a menos que haya riesgo de vida- sino de aceptar la posición en la que se está para poder ir en búsqueda del “buen” amor.
DE INTERÉS
Capacitación. Patricia Faur es licenciada en Psicología egresada de la Universidad de Buenos Aires. La argentina viene al país invitada por Ana Simó con el objetivo de impartir una conferencia abierta al público, el viernes 21 de este mes en el salón de capacitación Rafael García Álvarez del Centro Vida y Familia, además de jornadas de actualización para profesionales de la psicología.
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