Lo llaman la planta de los mil usos, el acero verde, puede medir hasta 25 metros de alto y podría ser un elemento fundamental en la lucha contra el cambio climático y para el desarrollo de la economía dominicana. El bambú pertenece a la familia de las gramíneas, es una hierba, pero es mucho más resistente y polivalente de lo que imaginamos. Desde casas, edificios y puentes, hasta alimento humano y animal, textil, bicicletas, canoas, instrumentos musicales o muebles. Ayuda a los terrenos erosionados, al sistema de aguas residuales y absorbe el dióxido de carbono.
Existen más de mil especies de bambú y República Dominicana lo cultiva, pero la mayoría de personas desconocen de esta planta y de sus beneficios. Según Emilio Armando Olivo Ponce de León, ingeniero agrónomo, el bambú se utilizó “para salvaguardar aguadas y sembrar en los laterales de los ríos, no se le vio el sentido comercial”. El bambú llegó al país en 1972, cuando la Misión Técnica de Taiwán introdujo siete de sus variedades. Los taiwaneses se encargaron de capacitar a jóvenes dominicanos para tratar la construcción y la artesanía con bambú.
El proyecto dominico-taiwanés se estableció en San Isidro (Juma-Bonao), donde el Gobierno de Taiwán puso a disposición la maquinaria necesaria para hacer de varas de bambú muebles, pisos, techos e incluso construcciones. El taller pertenece a Coopbambú, la cooperativa que agrupa a los artesanos y agricultores dominicanos del bambú, así como a los socios interesados en el desarrollo de la planta en el país. En el 2013 la cooperativa llegó a un acuerdo con el Fondo Especial para el Desarrollo Agropecuario (FEDA) para fortalecer la industria del bambú con una tasa de financiamiento de un 5%.
Las relaciones institucionales entre el gobierno de Taiwán y el dominicano finalizaron el 30 de abril de 2018, por lo que el taller quedó en manos de la cooperativa, así como la plantación de la que se proveen de bambú, situada en La Siberia de Constanza. La plantación consta de 100 tareas de bambú makinoi y, según CoopBambú, Taiwán la valora como una de las mejores del mundo gracias a la altitud y al clima templado del municipio.
Se trata de un bosque renovable y totalmente sostenible: no necesita nada más que el corte. Rafael Peña Rosario, supervisor de la plantación, asegura que “nunca se ha usado ningún químico” y que “únicamente se mantiene de sus propios desperdicios como abono orgánico”.
El concreto del futuro
La dureza y la flexibilidad del bambú resiste a inundaciones y sismos, lo que lo hace un material con potencial para construcciones en países con climas tropicales, como lo es República Dominicana. Su resistencia varía según la especie y puede equivaler al concreto y al acero. Las construcciones de bambú se caracterizan por un gran aislamiento térmico, ya que al ser hueco por dentro, se hace una cámara entre el material sobrepuesto y las paredes del bambú.
Cada especie tiene un uso en construcción: la Guadua, que tiene las paredes gruesas, funciona para estructuras como pilares; el Makinoi, que permite hacer curvas y vigas, es utilizado en techos; y el Stenostachya, con el que se hace el fibrobambú, es empleado en paredes.
La construcción en bambú está en una fase de desarrollo y promoción. Colombia, el segundo país de América con más diversidad de bambú, después de Brasil, es uno de los países que más ha incentivado su uso, además de China. Sus construcciones van más allá de casas, llegando a construir grandes estructuras como puentes, hoteles o cúpulas.
La arquitectura en bambú en la República Dominicana está “en pañales”. Así lo define el arquitecto Emilio Armando Olivo, pionero en utilizar el material en construcciones en el país. El mariposario del Jardín Botánico Nacional fue la prueba y el ejemplo de que el bambú puede tener un lugar en la arquitectura dominicana. Desde entonces, Emilio Armando y su equipo han trabajado en dos techos de residencias, en el Aeropuerto de Punta Cana, en Playa Blanca, en una residencia privada en la Ciudad Colonial y también construyeron invernaderos para INASCA Agroindustrial, en El Valle.
Un arma de doble filo
No siempre se debe plantar bambú. El bambú tiene su cara oculta y debe conocerse para hacer un uso correcto de él. El sistema radicular que lo caracteriza y la rápida expansión de sus raíces hace que se apropie del terreno por completo e imposibilite el crecimiento de otras especies, arrasando con todo lo que se le ponga por delante.
En consecuencia, el biólogo y director del Jardín Botánico Nacional de la República Dominicana, Ricardo Guarionex, explica que, en el país, el bambú se debe plantar para producción o con fines de aprovechamiento, jamás para reforestar grandes zonas. Se utilizará para reforestar únicamente allá donde no haya otras especies endémicas y deberá ser una plantación muy controlada, además de pequeña. Por ejemplo, para salvaguardar cañadas o en suelos erosionados.
La sociedad dominicana empieza a tomar consciencia sobre el medioambiente y la huella que deja sus hábitos sobre este. Las características del bambú hacen que sea un material ideal para un desarrollo sostenible: es un material biodegradable, adaptable en forma a cualquier objeto y absorbe carbono, uno de los gases con mayor impacto en el efecto invernadero, que produce el calentamiento global.
Los expertos en bambú del país coinciden en algo y es que aún no se ha plantado con un fin económico. Pero, ¿es rentable la industria del bambú? Juan Andrés Peña, gerente administrador de CoopBambú, resume el beneficio económico de la planta en una frase: “Cuando siembras bambú, siembras algo que solo vas a sembrar una vez. A partir de ahí es solo cortar para producir y vender.”
El bajo coste y la sencillez del cultivo lo hacen atractivo para los países en desarrollo, pues puede convertirse en una oportunidad de generación de empleo para muchas familias. “No es un proyecto solamente de artesanía o de maderables y el Ministerio de Agricultura y la banca nacional tienen que verlo como un cultivo de potencial económico” opina el ingeniero Olivo. ¿Qué falta entonces en la República Dominicana para expandir la industria del bambú? Olivo lo tiene claro: “la decisión política”.
Diario Libre