Por aterrador que nos pueda parecer el coronavirus, podemos hacerlo retroceder. China, Corea del Sur, Singapur y Taiwán lo han demostrado. Con esfuerzos descomunales, el contagio puede frenarse.
Que lo puedan mantener suprimido está por verse. Pero para que Estados Unidos repita su éxito se requerirán niveles extraordinarios de coordinación y dinero por parte de los líderes del país, y niveles extraordinarios de confianza y cooperación entre la ciudadanía.
Existe una posibilidad de detener el coronavirus. Este contagio tiene una debilidad.
Aunque hay incidentes de propagación rampante (como ocurrió en el crucero de Diamond Princess), con mayor frecuencia, el coronavirus infecta a grupos de familiares, amigos y colegas de trabajo, comentó David L. Heymann, quien preside un panel de expertos que asesora a la Organización Mundial de la Salud en casos de urgencia.
Nadie sabe con certeza por qué el virus viaja de esta manera, pero los expertos ven, sin embargo, una oportunidad. “Los grupos se pueden contener”, dijo Heymann. “Necesitas identificar y detener los brotes discretos y luego hacer un riguroso rastreo de contactos”.
En entrevistas con una decena de los principales expertos mundiales en el combate de epidemias, hubo un extenso consenso sobre las medidas que se deben tomar de inmediato. Esos expertos incluyeron a funcionarios de salud pública, científicos y epidemiólogos y exfuncionarios sanitarios tanto de gobiernos republicanos como demócratas.
Debe convencerse a los estadounidenses de permanecer en casa, dijeron, e implementarse un sistema para aislar a los infectados y cuidarlos afuera del hogar. Las restricciones de viaje deberían extenderse, dijeron; la producción de tapabocas y respiradores debe acelerarse y los problemas con las pruebas de diagnóstico deben resolverse.
“La costumbre estadounidense es buscar mejores resultados mediante un sistema voluntario”, comentó Luciana Borio, quien fue directora de preparación médica y biodefensa del Consejo de Seguridad Nacional antes de que su unidad fuera disuelta en 2018. “Creo que podemos hacer un llamado para que la gente haga lo correcto”.
A continuación, las recomendaciones de los expertos entrevistados por The New York Times.
Se debe escuchar a los científicos
La Casa Blanca realiza sesiones informativas frecuentes para describir los avances del gobierno contra la pandemia; con frecuencia las encabeza el presidente Donald Trump o el vicepresidente Mike Pence, rodeados de un reparto cambiante de funcionarios.
Muchos expertos se negaron a hablar de manera oficial por temor a ofender al presidente, pero opinaron de manera unánime que los políticos deben hacerse a un lado y dejar que los científicos lideren el esfuerzo para contener el virus y expliquen a los estadounidenses qué se tiene que hacer.
Sobre todo, comentaron los expertos, las sesiones informativas deben centrarse en salvar vidas y asegurarse de que los trabajadores asalariados sobrevivan los tiempos difíciles que se avecinan, no en el mercado bursátil, la industria turística ni la salud del presidente. No hay tiempo para señalar con el dedo y nombrar culpables.
“A estas alturas de la emergencia, tiene poco mérito perder tiempo en lo que deberíamos haber hecho o de quién es la culpa”, comentó el almirante Tim Ziemer, quien dirigió la unidad de la respuesta a las pandemias del Consejo de Seguridad Nacional antes de su disolución. “Necesitamos concentrarnos en el enemigo y ese es el virus”.
Detener la transmisión entre ciudades
Según los expertos, la siguiente prioridad es el distanciamiento social extremo. De acuerdo con los epidemiólogos, si fuera posible ondear una varita mágica y hacer que todos los estadounidenses se quedaran inmóviles en donde están durante catorce días, sentados a 1,8 metros de distancia entre sí, toda la epidemia se detendría de inmediato.
Evidentemente, no hay una varita mágica. Pero la meta de los cierres de emergencia y el distanciamiento social es aproximarnos lo más posible a esa inmovilización total. Para lograrlo, dicen los expertos, los viajes y la interacción humana deben reducirse al mínimo.
Detener la transmisión dentro de las ciudades
Dentro de las ciudades, existen puntos conflictivos peligrosos: un restaurante, un gimnasio, un hospital, e incluso un taxi, pueden estar más contaminados que otros idénticos y cercanos porque alguien tuvo un ataque de tos en su interior.
Cada día de retraso en la detención del contacto humano, a decir de los expertos, crea más puntos conflictivos, ninguno de los cuales puede identificarse sino hasta una semana después, cuando la gente infectada comienza a enfermarse.
Para detener la explosión, la actividad municipal debe limitarse. A pesar de ello, algunos estadounidenses deben seguir trabajando: doctores, enfermeras, choferes de ambulancias; policías y bomberos; los técnicos que mantienen la red eléctrica y las líneas telefónicas. La entrega de comida y medicamentos debe continuar.
Sin embargo, cuanto más débil la inmovilización, más gente muere en hospitales saturados y, en última instancia, más tiempo se requiere para restablecer la economía.
Arreglar el caos de las pruebas
Los expertos afirman que las pruebas de detección se deben hacer de manera coordinada y segura. Primero los que están graves y, además, debe protegerse a quienes aplican las pruebas.
En Estados Unidos, la gente que busca pruebas está llamando a sus médicos, que tal vez no las tengan, o en ocasiones esperan en atascos de tránsito camino a los estacionamientos de las tiendas. El viernes, la ciudad de Nueva York restringió las pruebas y decretó que solo serían para aquellos pacientes que requieran hospitalización, con el argumento de que el sistema está saturándose.
Aislar a los infectados
Los expertos piden que, a la brevedad posible, Estados Unidos debe desarrollar una alternativa a la práctica de aislar a los enfermos en casa, ya que esto pone en riesgo a las familias. En China, entre el 75 y el 80 por ciento de todas las transmisiones ocurrieron en grupos familiares.
En lugar de una política que aconseje a los enfermos quedarse en casa, como ahora hacen los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, los expertos dicen que las ciudades deben establecer instalaciones donde los enfermos leves y moderados puedan recuperarse.
Wuhan creó muchos centros como esos, llamados “hospitales temporales”, cada uno era una mezcla entre un dormitorio y una clínica de primeros auxilios. Tenían camas y tanques de oxígeno, pero no las máquinas avanzadas que se utilizan en las unidades de cuidados intensivos.
Ahora las ciudades estadounidenses cuentan con muchos espacios que podrían funcionar como pabellones de aislamiento. Nueva York ya está considerando convertir el Centro de Convenciones Jacob K. Javits en un hospital provisional.
Encontrar las fiebres
Dado que China, Taiwán y Vietnam padecieron el embate del Síndrome respiratorio agudo grave en 2003, y Corea del Sur ha luchado contra el Síndrome respiratorio de Oriente Medio, las revisiones de fiebre durante los brotes de la enfermedad se volvieron rutinarios.
En la mayoría de las ciudades en los países asiáticos afectados, es habitual que se revise la temperatura de la gente antes de entrar a un autobús, tren o estación del metro, edificio de oficinas, teatro o incluso un restaurante. También es necesario lavarse las manos con agua clorada.
Rastrear los contactos
Los expertos nos dicen que es fundamental encontrar y efectuar pruebas a todos los contactos de cada caso positivo. En el momento más álgido de la epidemia, Wuhan tenía a 18.000 personas que rastreaban a los individuos que habían estado en contacto con quienes se habían contagiado.
En estos momentos, los departamentos de salud de algunos condados estadounidenses carecen de personal hasta para los casos de sífilis o tuberculosis, ya no digamos montones de contactos casuales de alguien infectado con coronavirus.
Borio sugirió que los jóvenes estadounidenses podrían usar sus redes sociales para “hacer su propio rastreo de contactos”.
Poner tapabocas a disposición de todos
Existen muy pocos datos que demuestran que los tapabocas quirúrgicos planos protegen a los individuos sanos de la enfermedad. No obstante, los países asiáticos por lo general implementan como medida obligatoria usarlos. La estrategia asiática tiene más que ver con la psicología de la multitud que con los datos, explicaron los expertos.
Todos los expertos concuerdan en que los enfermos deben usar tapabocas para evitar la propagación al toser. Pero si un tapabocas indica que su portador está enfermo, mucha gente podría no querer usar uno. Si todos tienen que usar tapabocas, los enfermos tendrán uno de manera automática y no habrá ningún estigma relacionado con su uso.
Además, enfatizaron los expertos, debería enseñarse a los estadounidenses a tomarse en serio las advertencias de no saludar de mano ni abrazarse. El “choque de codos que recomienda la OMS” puede parecer gracioso, pero es una técnica legítima para prevenir el contagio.
Mantener los servicios vitales
Se necesita la intervención federal para mantener algunos aspectos vitales de la cotidianeidad durante una pandemia. Solo el gobierno federal puede implementar leyes de comercio interestatal para garantizar la continuación de la provisión de alimentos, agua, electricidad, gas, líneas telefónicas y otros servicios básicos.
Trump ha dicho que podría obligar a las empresas a priorizar la fabricación de respiradores, tapabocas y otros productos necesarios; algunos han propuesto participar voluntariamente. También tiene al Ejército; la Marina ha incluido dos buques hospitales en la lucha. Y Trump puede convocar a la Guardia Nacional.
Según los expertos, las decisiones de alto nivel como estas deben tomarse a la brevedad.
“Muchos líderes políticos occidentales se están comportando como si estuvieran en la cuerda floja”, comentó David Nabarro, un enviado especial de la OMS sobre COVID-19. “Pero no hay opción. Todos debemos hacer lo que está en nuestras manos para luchar contra esto”.
Fabricar respiradores y oxígeno
Se cree que los cerca de 175.000 respiradores en todos los hospitales estadounidenses y las reservas nacionales estarán muy por debajo de lo que se necesita para manejar un aumento repentino de pacientes.
Los fabricantes, incluidos una decena en Estados Unidos, dicen que no hay una manera sencilla de aumentar la producción con rapidez. Sin embargo, es posible que puedan reclutarse otros fabricantes, como las empresas aeroespaciales y automovilísticas, para ese fin.
Mientras tanto, los proveedores están tratando de encontrar alternativas. Las enfermeras canadienses están haciendo circular un artículo de 2006 que describe cómo se puede modificar un respirador para tratar a cuatro pacientes al mismo tiempo.
Estados Unidos también debe trabajar para aumentar su suministro de oxígeno en tanques y mediante una tubería, comentó Aylward.
Adaptar los hospitales a la necesidad actual
Los hospitales en Estados Unidos han tomado algunas medidas para lidiar con el aumento acelerado de pacientes, como detener las cirugías opcionales y establecer cuartos de aislamiento.
Las reservas nacionales contienen algunos hospitales militares de campo preempacados, pero no se espera que sean ni remotamente suficientes para un aumento importante.
En Wuhan, el gobierno chino cobró fama por construir dos hospitales nuevos en dos semanas. Todos los demás hospitales estaban divididos: 48 se destinaron para atender a 10.000 pacientes de coronavirus en estado grave o crítico, mientras que otros quedaron restringidos al manejo de urgencias como paros cardiacos y nacimientos.
Decidir cuándo cerrar las escuelas
A partir del sábado 21 de marzo, las escuelas en 45 estados cerraron en su totalidad, pero esa es una decisión que dividió a los expertos.
“El cierre de todas las escuelas puede no tener sentido salvo que haya transmisión generalizada documentada en la comunidad, lo cual no estamos viendo en la mayoría del país”, comentó Thomas R. Frieden, exdirector del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades durante la presidencia de Barack Obama.
No se sabe con claridad qué tanto los niños propagan el coronavirus. Rara vez se enferman lo suficiente para ser hospitalizados. Las pruebas actuales no pueden decir si la mayoría ni siquiera se infectan.
Sin embargo, cerrar distritos escolares enteros puede afectar seriamente la capacidad de una ciudad de luchar contra un brote. Con los niños en casa, los trabajadores médicos no pueden ir a trabajar.
Reclutar voluntarios
A decir de los expertos, los esfuerzos de China tuvieron éxito en parte debido a cientos de miles de voluntarios. El gobierno declaró una “guerra del pueblo” y lanzó la campaña “¡Lucha, Wuhan! ¡Lucha, China!”.
Muchas de las personas inactivas debido a los cierres se ofrecieron para convertirse en verificadores de fiebre, rastreadores de contactos, trabajadores de construcción de hospitales, repartidores de comida, incluso cuidadores para los hijos de los socorristas. Con capacitación, los voluntarios pudieron hacer algunas tareas médicas de nivel básico, pero fundamentales.
Los estadounidenses suelen ofrecerse como voluntarios para ayudar a sus vecinos afectados por huracanes e inundaciones; muchos no dudarán en hacerlo en este brote.
“Esta verdaderamente es una situación en la que “todos debemos poner manos a la obra”, advirtió Ziemer.
Priorizar los tratamientos
Los médicos clínicos en China, Italia y Francia han usado casi todo lo que tenían en las farmacias hospitalarias para combatir la enfermedad y han surgido al menos dos posibilidades que podrían salvar a los pacientes: los medicamentos contra la malaria, cloroquina e hidroxicloroquina, y el antiviral remdesivir, que no tiene licencia de uso en Estados Unidos.
Todavía no hay prueba de que ninguno de estos medicamentos sea efectivo contra el virus. Italia y Francia tienen ensayos clínicos en curso y los hospitales de Nueva York están escribiendo protocolos de ensayos clínicos en este momento.
Encontrar una vacuna
La última esperanza es tener una vacuna que nos proteja a todos y muchas empresas y gobiernos ya han apresurado el diseño de vacunas elegibles.
El proceso requerirá al menos un año, incluso si nada sale mal. Los expertos en vacunas explicaron que la barricada no es burocrática. Sucede que el sistema inmunitario humano necesita semanas para producir anticuerpos y algunos efectos secundarios peligrosos pueden tardar semanas en aparecer.
Luego de extensas pruebas en animales, normalmente las vacunas se administran a unos 50 voluntarios humanos saludables para ver si tienen efectos secundarios inesperados y para medir qué dosis produce suficientes anticuerpos como para considerarse protectora.
Si todo sale bien, el ensayo clínico inscribe a cientos o miles de voluntarios en un área donde el virus está circulando. La mitad recibe la vacuna y el resto no, y los investigadores esperan. Si la mitad vacunada no se contagia de la enfermedad, por fin se da luz verde para la producción.
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