Sin presumir ser profeta ni hijo de profeta, todo lo que está sucediendo en el mundo, está revelando que en esta época se vuelve a cumplir, lo que Jesús profetizó como tiempos de dolores; pero a la vez, se está manifestando la ira de Dios, que a través de la historia, cuando el pecado toca los cielos, el fuego de Dios se deja sentir, como preámbulo de los indiscutibles Juicios apocalípticos que sucederán en esta tierra.
Los Juicios divinos que se derraman en la historia humana, tienen dos aspectos: a) uno es punitivo donde destruye, enferma y mata, para castigar b) el otro es Correctivo donde enferma, destruye y mata, para corregir. El primero castiga para escarmiento; y el segundo corrige para arrepentimiento. Creo que en el cuadro mundial actual; en lo económico, jurídico, militar, científico, moral y espiritual; el dedo del Dios fuego consumidor es una realidad; Dios está castigando a las naciones, por eso el colapso es total; y dentro del mismo está la expresión: “cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?”
Sin dudas, Dios esta airado y sus juicios se manifiestan, créalo usted o no; en estos momentos Dios está diezmando la tierra, con un propósito correctivo, para que la humanidad que ha de creer se arrepienta; todo análisis concluye que ante nuestro Dios airado, debemos arrepentirnos como única respuesta humana viable, para que su ira se detenga. En medio de los juicios algunos de los incrédulos, se arrepentirán ante la misericordia de Dios alumbrándolos con el evangelio de Jesucristo, pero otros endurecerán su corazón y blasfemarán; es más, muchos retarán a Dios en su humanismo, creyéndose que lo pueden solucionar sin Dios.
La iglesia como pueblo de Dios bajo el juicio de Dios, tiene cuatro agendas que cumplir que la podemos inferir de la vida de Noé: a) Arrepentirnos para alcanzar la gracia favorable. Gn6:8, 9. b) Cumplir con todo lo que Dios manda en su Palabra. Gn6:22. c) Proclamar las profecías del evangelio. 1P2:5. d) Protegernos como un pueblo prudente Gn7:7. Siendo que estamos en esta peregrinación, como sal y luz, y como sacerdocio santo, nos toca a nosotros orar por nuestra nación delante de Dios, tomándole su palabra que Salió de su boca, como fundamento para arrepentirnos; ya que él dijo: si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. Estos juicios históricos solo se detienen, si el pueblo de Dios se humilla con plegarias continuas, elevando oraciones con corazón arrepentido y fe en su Palabra; desde luego conforme a su Voluntad Soberana.